viernes, 13 de febrero de 2015

Estrés pre y post vacaciones: La culpa es del recuerdo

Estoy segurísima que a muchas les ha pasado que les baja un estrés pre vacaciones… y que decir de los días antes de terminar las vacaciones.



Yo tengo un mes de vacaciones (Ok, acepto la envidia sana), esa es una de las bendiciones que nos dejó El padre Hurtado a sus trabajadores. Mi semana previa a salir de vacaciones fue horrible, tuve que mover mis cosas a otra oficina porque la mía será remodelada, como nunca hubo un montón de papeleo por hacer y claro que hubo drama por un par de asuntos, típico. Pero me sentía un zombi guachitas, palabra que era una pesadilla levantarme por la mañana y que el sol bañara mi cuerpecito generoso, porque me quemaba en mala onda.

La semana pasó lentísima, el tío guardia, cada día que me veía llegar, me decía: un día menos para la libertaaaaad!!. Y así pasó el viernes por la tarde: yo, en una oficina vacía, escuchando el eco y contando los minutos. Dio la hora de salida, me despedí de la gente y salí a la calle, el sol ya no quemaba si no que era agradable, camine por las calles de Santiago sintiendo un aire distinto pues eran los aires de libertad. Sí mis guachitas, la alegría ya venía.

Mi primera semana de vacaciones, no les mentiré, fue fome fome, me la pasé en el curso de conducir y para qué les cuento mi pesar: levantarme temprano para después volver a mi casa en esas benditas micros interurbanas que se demoran una eternidad en llegar al terminal intermodal. Lo único que pedía era un poquito de brisa para refrescar esos momentos (a veces me siento toda una Lita de pituca sin lucas… pero después se me pasa porque nunca he sido pituca jajaja).

Segunda semana comenzando en la playa, duró poquito, pero fue sanador. Ahora me encuentro entre medio de algunos preparativos del matrimonio, lo que me ha hecho estar más tiempo en la casa y por ende pensando mucho más en las vacaciones. Y de pronto mis guachitas, me baja el estrés de pensar que me queda muy poco para disfrutar y que ya luego volveré a trabajar.

Todo esto es culpa del recuerdo de cuando era estudiante, pues ahí tenía un montón de meses y las vacaciones eran como infinitas. Es difícil, cuando uno lleva un par de años trabajando, a acostumbrarse a que no habrán vacaciones largas y que luego no es un comienzo de algo nuevo, sino que retomar lo que estaba haciendo antes. Ojo, no me quejo de mi trabajo, sino del recuerdo que me causan mis vacaciones de estudiante y la envidia que me da ver a los actuales estudiantes echados en la cama 3 meses (si hermano, esa frase te la dedico, muack).

Entonces mis guachitas, me di a la tarea de buscar algo con qué alegrar mis días y olvidarme de Marzo. Entonces, comencé con los baños de tina, hacer manualidades para el matrimonio, planear cosas, jugar con mi perro, lavar ropa, hablarle a mis plantas y ver series/películas como si el mundo acabará. Ya terminé con dos series de 2 y 3 temporadas respectivamente, todas las películas románticas de netflix y comencé a ver una serie de misterio.

Todo suena prometedor y así quiero que se mantenga, pues decidí no estresarme hasta el domingo 01 de marzo cuando tenga que preparar mis cosas para el trabajo, al igual que lo hacía cuando llegaba el primer día de clases, nervios en la guata y comenzar un periodo académico nuevo. Ahora mismo, me iré a dar un baño de tina, frío, exfoliarme la cara y hacerme unos masajitos en el pelo. Y ustedes Guachitas Carnudas, ¿Qué harán para no estresarse, pre y post vacaciones?

Un abrazo, las adoro.

Reina M

martes, 3 de febrero de 2015

Pearcing en el ombligo, derribando el mito


Todos pensaran que los pearcing son para guachitas flaquitas, pero quise contradecir al mito y hacerme uno.

Dolió, hoooo siiii, el recuerdo de pearcings entre los 15 y los 20 no me vino  a la cabeza cuando decidí hacerlo, pero ahí lo tengo y lo admiro. Hoy tengo 26 años, estoy a punto de casarme, soy profesora, guachita carnuda y tengo un pearcing en el ombligo, ¿Algo más? No, me siento estupenda.
¿Por qué en el ombligo? “Si ni siquiera vas a poder mostrarlo” dijeron, pero yo, como no doy explicaciones, le pregunté ¿Y por qué no?. Yo sé que está ahí, como un adorno de mi cuerpo, haciéndome sentir sexy y no me da vergüenza mostrarlo o contarlo, sino por el contrario, me siento valiente y orgullosa.

Entonces quise hacerme uno, las razones para mi fueron: Primero, por vanidad. Muchas veces he visto a las niñas flaquitas con pearcing en el ombligo y las encontraba hermosas, porque tenían un adorno en un lugar que no era tan bonito, según yo. Y obviamente lo que nos muestra la televisión, en películas y series, en donde las atletas, porristas, las chicas bakanes, tienen un colgante en ese lugar y lo hacen ver increíble, a mis ojos, es como: hooooo yo también quiero.

Un segundo punto, es para demostrarle al mundo que puedo hacerlo y que no tiene que ver con un cuerpo perfecto, sino porque tengo la libertad de hacerlo y quererlo. Cuando salí a la calle después de hacerlo me sentía la más mina de la calle, porque sabía que lo tenía ahí en mi cuerpo y me sentía y siento increíble, teniendo la conciencia que ahí está.

Probablemente no se ve como el de las guachitas flaquitas, con la polerita corta y el jeans, pero el poder que se siente de saber que está ahí y pensar: no tengo un molde perfecto pero también puedo adornar mi cuerpo como quiero, me fascina, me hace sentir como el solo de música más genial de la canción favorita de la banda que te encanta.

En la búsqueda del lugar en donde hacerme el pearcing, me encontré con mucha gente que me miró de pies a cabeza preguntando: ¿De verdad se lo va a hacer usted? ¿Y dónde está la niña que se le hará? Mirando para todos lados, ofendiéndome. Pero ninguna de estas preguntas hizo que me retractara de mi decisión, me sentí feliz cuando al último tipo que le pregunté, no me miró el cuerpo, sino que le fascino la idea y me mostró un montón de opciones, incluso me recomendó un par para resaltar el color de mi piel, eso si es vender!!!

Cuando esté en la playa y me ponga el traje de baño (lo encontré, gracias BIG BEATY Chile) puede que alguien se de cuenta, o no, que tengo el pearcing, pero yo sabré que mi ombligo tiene un adorno y que a mis ojos se ve espectacular, que me siento bella, sexy y poderosa, porque le gané al estereotipo.


Queremos saber si ustedes: ¿Se atreverían a romper con un estereotipo? ¿Cuéntenos cuál? Aquello que la “gente” dice que no deberían tener o hacer y aún así lo hacen y se sienten las guachitas carnudas más ricas del mundo.
Reina M