martes, 3 de febrero de 2015

Pearcing en el ombligo, derribando el mito


Todos pensaran que los pearcing son para guachitas flaquitas, pero quise contradecir al mito y hacerme uno.

Dolió, hoooo siiii, el recuerdo de pearcings entre los 15 y los 20 no me vino  a la cabeza cuando decidí hacerlo, pero ahí lo tengo y lo admiro. Hoy tengo 26 años, estoy a punto de casarme, soy profesora, guachita carnuda y tengo un pearcing en el ombligo, ¿Algo más? No, me siento estupenda.
¿Por qué en el ombligo? “Si ni siquiera vas a poder mostrarlo” dijeron, pero yo, como no doy explicaciones, le pregunté ¿Y por qué no?. Yo sé que está ahí, como un adorno de mi cuerpo, haciéndome sentir sexy y no me da vergüenza mostrarlo o contarlo, sino por el contrario, me siento valiente y orgullosa.

Entonces quise hacerme uno, las razones para mi fueron: Primero, por vanidad. Muchas veces he visto a las niñas flaquitas con pearcing en el ombligo y las encontraba hermosas, porque tenían un adorno en un lugar que no era tan bonito, según yo. Y obviamente lo que nos muestra la televisión, en películas y series, en donde las atletas, porristas, las chicas bakanes, tienen un colgante en ese lugar y lo hacen ver increíble, a mis ojos, es como: hooooo yo también quiero.

Un segundo punto, es para demostrarle al mundo que puedo hacerlo y que no tiene que ver con un cuerpo perfecto, sino porque tengo la libertad de hacerlo y quererlo. Cuando salí a la calle después de hacerlo me sentía la más mina de la calle, porque sabía que lo tenía ahí en mi cuerpo y me sentía y siento increíble, teniendo la conciencia que ahí está.

Probablemente no se ve como el de las guachitas flaquitas, con la polerita corta y el jeans, pero el poder que se siente de saber que está ahí y pensar: no tengo un molde perfecto pero también puedo adornar mi cuerpo como quiero, me fascina, me hace sentir como el solo de música más genial de la canción favorita de la banda que te encanta.

En la búsqueda del lugar en donde hacerme el pearcing, me encontré con mucha gente que me miró de pies a cabeza preguntando: ¿De verdad se lo va a hacer usted? ¿Y dónde está la niña que se le hará? Mirando para todos lados, ofendiéndome. Pero ninguna de estas preguntas hizo que me retractara de mi decisión, me sentí feliz cuando al último tipo que le pregunté, no me miró el cuerpo, sino que le fascino la idea y me mostró un montón de opciones, incluso me recomendó un par para resaltar el color de mi piel, eso si es vender!!!

Cuando esté en la playa y me ponga el traje de baño (lo encontré, gracias BIG BEATY Chile) puede que alguien se de cuenta, o no, que tengo el pearcing, pero yo sabré que mi ombligo tiene un adorno y que a mis ojos se ve espectacular, que me siento bella, sexy y poderosa, porque le gané al estereotipo.


Queremos saber si ustedes: ¿Se atreverían a romper con un estereotipo? ¿Cuéntenos cuál? Aquello que la “gente” dice que no deberían tener o hacer y aún así lo hacen y se sienten las guachitas carnudas más ricas del mundo.
Reina M

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